Por Jessica Moreno
Ojalá
que al contestar una llamada sea una jovencita o un joven dispuesto a calentar
su oído hasta llegar a la parte más íntima, ojalá no hubieran repercusiones en
este tipo de llamadas, ojalá se quedaran en el clímax más apetitoso del ser
humano, pero lamentablemente está llamada es aún más caliente y fogosa que de
costumbre, en la que cualquiera, sin o con atención ingenua, puede caer.
La
primera señal es que cuando se necesita una llamada caliente, usted llama más
no lo llaman. Segunda señal, saben su nombre completo, seudónimo, teléfono, dirección,
RH, si es posible; y hasta el nombre de su bisabuela, para generar una mayor
confianza y confirmar los datos. Lo importante es detectar estas dos primeras
señales para no enredarse en la lanza de pesca que descuelgan los estafadores,
que en este caso recaen principalmente en la ciudad de Bogotá.
Todo
comienza con una retahíla aprendida, por parte del estafador, existen muchos
casos, pero el más común es hacerse pasar por un operador de alguna telefonía
móvil o un asesor bancario, y si no es de estos es un “amigo” familiar que
llama con urgencia para sacar de la cárcel a un miembro familiar y para ello
necesitan que consigne una cantidad de dinero para ser liberado. En el caso de
los operadores, le hacen creer que es una confirmación de datos importantes y
personales, que se supone sólo estas compañías pueden tener acceso. Luego de
enredar a la víctima y de tenerla bien ‘tramada’ sacan provecho, y en un abrir
y cerrar de ojos usted ha sido robado.
El consejo más audaz
que propone la Policía Metropolitana es, de ninguna manera, confirmar información personal por vía
telefónica, ya que esta modalidad se hace directamente en la entidad que
necesiten renovar los datos. De hecho la Policía creo una lista de las posibles
preguntas del extorsionador y asimismo una lista de las respuestas que usted
puede dar para confirmar si se trata de una estafa o la realidad.
Aunque
es usual este tipo de estafa telefónica desde varios años, 13 ciudadanos caen a
diario en esta modalidad, según la Policía Metropolitana. Lo cierto es que esta
inseguridad ciudadana se está volviendo menos humana. Pero cómo podrían escapar
las víctimas, si cuando entra una llamada, no precisamente se está
predeterminado a que entre una de estas, de hecho, estas llamadas son bastante
inoportunas. Llaman justo, cuando se encuentra usted en el baño, esta peleando
con su pareja, ha tenido un mal día o se encuentra en diferentes circunstancias
que impiden la concentración para atender la llamada. Además, usted es un
simple ciudadano que confía en la otra persona que está al otro lado, como si
tuviera su mismo nivel de moralidad.
Lo
cierto es que no importa la audacia de la policía, que trata de educar a los ciudadanos en poder contestar,
sin caer, en una estafa telefónica. Cuatro años de cárcel para los estafadores significan
el esfuerzo y dedicación en el trabajo de sus víctimas para conseguir lo que en
una llamada pueden arrancarles. Ya no basta con tener líneas donde se denuncian
a los malhechores, no basta con las aplicaciones, como Truecaller, que trabaja
como red de verificadora de números en el mundo, donde se evitan llamadas
telefónicas de estafas, spam, acoso y más.
En
realidad, como pedir seguridad en las líneas telefónicas, si ni el que puede
ser nombrado, lo respetan, porque también le chuzan las llamadas, o en su peor
caso, su hijo político provoca presuntamente esas chuzadas o hackeadas, y del
mismo modo en el sentido contrario. En sí, no se sabe quién está exento a una
estafa telefónica, todos están untados, todos compaginan el uno con el otro y
al final sólo queda confiar, con el fervor del alma, en el excelente trabajo de
la Justicia colombiana y la Policía.