Sin duda las conversaciones que se realizan en La Habana han desatado dos posiciones extremas, quienes apoyan y quienes repelan al tema. El 19 de noviembre ya se cumplen dos años intentando acabar el conflicto de Colombia, que por primera vez los medios han jugado un papel importante, porque el gobierno ha permitido la mediatización para que los colombianos no estemos excluidos de lo que dialogan, claro todo esto para calmarnos, porque en realidad no sabemos bien que intereses juegan dentro de esas conversaciones.
No hace falta nombrar las polémicas que se han desatado durante estos dos años, y no sólo dentro del proceso de paz sino con lo que pasa al interior del país. Como quien dice, la moda revive y por ello reaparecen las chuzadas, el escarnio público de las presuntas intervenciones en la campañas de Zuluaga contra la de Santo, las interminables denuncias de Uribe por vía Twitter y la fuerte oposición que hace enredar cada día el proceso de paz.
Ahora bien aparecen presuntas chuzadas al jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle. Una nueva traba sale a luz dentro de estas conversaciones, pero cómo si eso fuera lo único que puede dañar estos diálogos. A este proceso no se le debe pegar ni con el pétalo de una rosa, medio lo rozan y se derrumba. Inocentes salen gritando SOY CAPAZ, pensando en el tranquilo fin del conflicto. Lo cierto es que aunque se logre el proceso de paz, y todo sea ameno durante las conversaciones, haya un cese al fuego, no haya intervención de los medios y tampoco hayan chuzadas, este proceso jamás se realizara si el gobierno no aclara qué va pasar en el conflicto. Más que quejarse por chuzadas, porque el uno hace y el otro no, aunque esto distorsione los diálogos, es más importante manejar o diseñar un postconflicto, ya que los colombianos no están totalmente preparados para recibir como personas del común a los que han atemorizado por más de 50 años al país.
No sólo en Colombia, en el resto del mundo es precindible un buen manejo en el postconflicto porque de no ser así trae, consigo misma, peores secuelas. Colombia no necesita más trabas, por cuchazadas o diferentes irregularidades, Colombia necesita actos que corroboren un procesos de PAZ.